La teoría ampliamente difundida de que el problema de Europa era el excesivo gasto público de los «derrochadores» del sur definitivamente se derrumba. Los últimos datos económicos conocidos así lo confirman [1] y han obligado al gobierno francés a presentar su dimisión en bloque, quien ya anunció que no podrán cumplir con los objetivos de déficit público previstos. Pero lejos de cambiar de rumbo, el nuevo ejecutivo francés tendrá un carácter neoliberal aún más radical. Toda disidencia interna crítica con los recortes ha sido fulminada del ejecutivo de Hollande. De hecho, para que no haya dudas de sus intenciones en materia económica y «tranquilizar a los mercados», Hollande acaba de nombrar como ministro de Economía a Emmanuel Macron, un ex-directivo de la Banca de inversión Rothschild. Es decir, que para solucionar una crisis neoliberal se imponen medidas más neoliberales. Para revertir los efectos negativos de las «políticas de austeridad» se imponen más recortes del gasto público y social, más recortes en los salarios, más desregulaciones, más privatizaciones,… más «austeridad» para las clases trabajadoras y populares. Todo ello en busca de una «competitividad» que nunca llega, basándose en un modelo orientado hacia las exportaciones que está agotado y en claro retroceso a nivel mundial [2], y que además hunde la demanda interna en el sur debido a la caída de los salarios y los recortes sociales, de lo cual también se contagia el norte europeo. Todo un sinsentido que conduce a la catástrofe.
A fines del siglo XX el futuro de América Latina y el Caribe parecía clausurado. Deudas impagables contraídas ilegalmente agobiaban las haciendas públicas (…) la entrega de 600 millones de habitantes y 22 millones de kilómetros cuadrados a la voraz rapiña neoliberal.(…) Este proyecto se fracturó por la base social. Las políticas fondomonetaristas provocaron sublevaciones populares en países como Venezuela, Argentina y Bolivia. En Ecuador seis gobiernos fueron derrocados en rápida sucesión por los movimientos sociales. La conmoción de las masas aniquiló a los partidos populistas socialdemócratas o socialcristianos que habían ejercido hegemonías durante casi medio siglo. Perdieron rotundamente las elecciones y vieron disminuir abismalmente militancias y participación electoral. Los fines del siglo XX vieron el contundente auge de los movimientos sociales (…) La protesta social se traduce así en renovación política. Organizaciones casi nuevas toman el poder electoralmente con mensajes radicales: protección de la economía nacional; rescate o expropiación de empresas explotadoras de recursos naturales; aplicación de los ingresos al gasto social, con educación, salud y seguridad social para todos, revisión de la Deuda Pública. Las organizaciones que suceden a los neoliberalismos fracasados son socialistas, en vías hacia el socialismo o afines con él. (…) [3]
Los intentos por parte del establishment político, económico y mediático de presentar a la socialdemocracia como una alternativa a la derecha han fracasado estrepitosamente en toda Europa. La socialdemocracia, que nada tiene ver con el Socialismo, es la cara «amable» de un capitalismo neoliberal especulativo que no tiene nada que ofrecer a las clases trabajadoras europeas salvo más explotación y precariedad laboral, más expolio público y más empobrecimiento dirigido todo ello a que las clases capitalistas (los mercados y las grandes corporaciones) incrementen su tasa de ganancia en plena crisis sistémica. Ya no hay maquillaje suficiente que enmascare el verdadero rostro neoliberal y títere del poder económico que representa la socialdemocracia en Francia, en España [6] y en toda Europa.
Los pueblos y sociedades europeas, así como los partidos de izquierdas y organizaciones políticas alternativas (en España IU, Podemos, etc.), deben posicionarse ante este nuevo orden mundial y decir si su alternativa política futura pasa por adaptarse y unirse a esta nueva realidad multipolar más respetuosa con la soberanía de los Estados, o prefieren seguir de la mano de EE.UU-OTAN camino de la ruina social promoviendo guerras de invasión contra países soberanos a cambio de saquear sus recursos naturales como método para mantener a flote un sistema económico insostenible y al borde del colapso [9]. Debemos saberlo cuanto antes, no vaya a ser que al final paradójicamente tengamos que construir una alternativa a quienes dicen ser ahora la alternativa al neoliberalismo europeo. Hoy el futuro de Europa se resuelve en Ucrania [10], donde el fascismo y el nazismo actúan al servicio del poder económico occidental. Mañana puede ser demasiado tarde.